PARTE I - CAMINO A KETAMA
PRÓLOGO
Clément pasó su juventud vagando por las calles de su ciudad, con la patineta en los pies, entre porros y malas compañías, adrenalina y persecuciones. Su trayectoria escolar es un fracaso, su vida profesional no es mejor. Una mañana, después de pasar la noche somnoliento frente a videos de YouTube, toma una decisión radical.
Aquí está su historia...
CAPÍTULO 1 - DORMILÓN
Bip, bip, bip... Abro difícilmente un primer ojo, el despertador marca las 4:20. Me dormí hace unos 30 minutos, la emergencia es brutal. El olor del cenicero frío me dan ganas de tomar un café y encender un cigarrillo. Me carraspeo, quito las pocas mierdas que hay en la esquina de mi ojo. Este estudio de 25m2 es un verdadero desastre, el fregadero lleno desde hace una semana apesta a moho, y el suelo está cubierto de ropa hasta el punto que ya no lo distingo. Me enjuago la taza de ayer, enciendo la cafetera, fumo dos barras en un porro. El café cae... enciendo el cigarrillo. Aún está oscuro afuera, escucho los camiones de basura a lo lejos y su característico bip. Un pinchazo permanente en el corazón me recuerda que el día será largo, pero también me impide volver a los brazos de Morfeo. Hoy es un gran día.
CAPÍTULO 2 - HACEDORES DE DINERO
La condición física de mi anfitrión, valientemente afinada durante diez años de prisión, no deja duda sobre cómo escaló hasta la cabeza de la red. Mi amigo Hassan no me había mentido, su primo parece un verdadero loco bajo esteroides, y la idea de irme con dos bolsas llenas de dinero que le pertenecen me parece cada vez más loca. Pero es hora de poner mis huevos sobre la mesa, de una vez por todas. Tengo que asumirlo. Y les puedo decir que el primo no escatima en adjetivos para detallar lo que me pasará si no vuelvo con la mercancía. En mi vida no recuerdo ninguna conversación donde las palabras "confianza" y "muerte" aparecieran tan a menudo. Desde la ventana, en el piso 34 de la torre B, el sol se levanta, es hermoso. El discurso ha terminado, la acción comienza. Levanto las bolsas y despegó. Todo esto por veinte mil.
CAPÍTULO 3 - MERCADO DE LA FELICIDAD
Said me había hablado de ese viejo como de su padre espiritual, aquel que le había enseñado todo. Aquel que, según la leyenda, había recibido a los primeros hippies en Ketama, y que a cambio les había enseñado el secreto de la fabricación del h*schisch como se hacía en Afganistán. Desde ese día bendito, miles de marroquíes vivían del cultivo del c*nnabis, sudando sangre y agua en las montañas del Rif para que pudieras fumar tus neuronas navegando en sitios conspirativos. Es en un callejón oscuro de Ketama donde el viejo de 80 años tenía una verdadera tienda de comestibles de c*nnabis, un supermercado de droga, un museo del h*schisch. Ahí se encontraba todo, sobre todo lo mejor. Pero aquí está, mis sueños se vuelven pesadillas cuando, después de cargar la pick up Nissan y abrazarme para desearme suerte, el viejo sufre un infarto y cae muerto a mis pies. Mala suerte para el anciano, pero tengo que pensar en mí: me encuentro con un cadáver, 500 kg de polen en el maletero y dos bolsas llenas de dinero. Recupero estas últimas dos y me largo.
CAPÍTULO 4 - FORBIDDEN ROMANCE
Sarah es hermosa, sensual, me dan ganas de acurrucarme contra sus pechos operados mientras me chupo el pulgar. Estas últimas horas han sido intensas. Sin embargo, la habitación no tiene nada de glamorosa, con ese viejo somier que probablemente ha absorbido todos los sudores del mundo antes de que yo pusiera mi trasero encima. Las velas, la luz tenue, la decoración oriental barata no son suficientes para crear la ilusión, para ocultar el lado lúgubre de la situación. Y la papelera llena de condones usados me recuerda rápidamente que no he venido aquí a jugar a las muñecas. Ver esta bonita rosa, lejos de estar marchita, consumirse por las llamas de la lujuria me rompe el corazón. La usé para mi pequeña satisfacción personal, y a pesar de sus simulaciones, podía leer en su rostro toda la desesperación del mundo. Sarah necesitaba ser salvada.
CAPÍTULO 5 - GIBRALTAR
Me siento como Biggie Smalls en el videoclip Hypnotize, sin sobrepeso ni Puff Daddy. Cabello al viento, en la furia de los motores potenciados de la lancha rápida, cruzo el estrecho a toda velocidad, cargado con cientos de kilos de hachís. Sarah está agarrada a mí, sus magníficos ojos negros perdidos en el horizonte. La convencí de seguirme, de huir conmigo. Nunca me había sentido tan libre a pesar del riesgo. Un riesgo que podría privarme de esta libertad por muchos años. Pero vale la pena: unos años de prisión a cambio de miles de euros, la elección es fácil. El impacto de las olas contra el casco y el ruido infernal de los tres motores Mercury de 150 CV, rugiendo a cincuenta centímetros de mi espalda, contrastan con la desconcertante belleza de este cielo vainilla que amanece sobre las costas marroquíes. Solo quedan unas horas y desembarco en España.
CAPÍTULO 6 - ROYAL BACON
Sentado en el asiento de cuero Nappa de este magnífico RS4 gris nardo, me adentro en el estrecho carril del McDrive. Tomo la curva cerrada que separa el terminal de pedido del de pago, no sin dificultad, los 4,50 m del vehículo están más pensados para autopistas alemanas que para paradas de comida rápida. Acabo de cruzar España, pasé la frontera sin problema, disfruto tranquilamente mi Maxi Best Of. Normalmente, la regla es no detenerse bajo ningún pretexto, pero la chica tenía ganas de orinar y... ya conoces a las mujeres. Además, el final está cerca. Sarah vuelve sonriendo, con su vestido que no oculta mucho de sus formas divinas. No tuvo tiempo de cambiarse, y su atuendo no deja dudas sobre su actividad profesional. Desde sus tacones compensados rosas transparentes, se asoma a mi puerta. Su escote frente a mi nariz, siento que mi calzoncillo se agita, cuando escucho una voz detrás de ella: "Entonces, cariño, ¿trabajando en el McDo?". Las puertas se cierran de golpe, veo la serigrafía "Police" en el retrovisor. Llevar a esta chica fue una mala idea. Arranco.